El fin de semana pasado estuve ausente, como habréis notado, porque estuve de viaje en Lisboa. Así que voy a haceros una pequeña reseña de él. El motivo por el que fuimos principalmente era porque tenía una entrada para el concierto de Justin Bieber, y aquí viene la parte en la que me odiáis por mi gusto musical, pero da igual porque me va a seguir gustando su música indiferentemente a lo que la gente opine y eso es así. Era mi sueño desde que tengo 14 años y lo he cumplido, gracias a mis tíos que me regalaron la entrada y gracias a Fran que me llevó y aguantó la fila conmigo. No os voy a aburrir con los detalles solo diré que fui muy feliz al verlo.
Comenzaré diciendo que nos llovió, porque tenemos un gafe encima, pero aun así lo disfrutamos mucho. Lisboa es increíble, tiene unos lugares mágicos, mi preferido ha sido sin duda la Torre de Belém, que me recordaba a la época de los piratas además con el mar embravecido de fondo te daba una sensación mucho más abrumadora.
Tuvimos la mala suerte de que el monumento a los descubrimientos estaba cerrado por obras, pero detrás de los andamios se apreciaban la esculturas y eran geniales. Además pude recorrer el mapa de la plaza. Y justo al lado visitamos el Convento de los Jerónimos que tiene un claustro precioso. También, ya que estábamos allí, nos pasamos por Pastéis de Belém, una pastelería que hace los típicos pasteles de Belém (que saben a churros), si vais por allí pasaos porque la pastelería es muy antigua y muy chula.
Luego fuimos a la zona del centro. He tenido la suerte de ir en esta fecha que estaba todo decorado de Navidad y me encanta esta época del año por lo que la he visto más bonito aún si cabe. Vimos la plaza del comercio, subimos el Arco del Triunfo de la Rua Augusta que tiene unas vistas increíbles, visitamos el Lisboa Story Centre que es muy divertido y montamos en el famosos tranvía número 28 en el que recorrimos el Barrio Alto, él conductor iba tan rápido que aquello parecía una montaña rusa en plena ciudad.
Por último visitamos la Plaza de Rossio y subimos al Elevador de Santa Justa, un ascensor antiguo en mitad de la ciudad que nos llevó a un mirador desde el que contemplamos la estampa nocturna de la ciudad, con las luces iluminando el paisaje que parecía sacado de un cuento.
Terminamos agotados, pero aun nos guardamos un poco de energía para el domingo visitar el Oceanario de Lisboa un sitio increíble que pretende concienciar a los visitantes de la conservación de los mares y especies del planeta. Me enamoré de las nutrias y los pingüinos y alunciné con los tiburones y las mantas. Bueno en realidad aluciné todo el tiempo con todo, como si volviera a tener cinco años. Fue muy divertido.
Y eso es todo, tendremos que volver otra vez a Lisboa porque nos ha faltado mucho por ver y porque es un sitio precioso. Antes de despedirme, quiero dedicarle mi post a mi compañera de piso, de escuela, pero sobre todo mi amiga, Ana, que me lee siempre, que me apoya y que fue la me dio la idea de empezar con esto, Porque quiero que sepa que nunca va a estar sola y que la quiero mucho. Gracias por ser tan fuerte. Esta moderna (de pueblo) se despide.
1 comentarios
Te felicito, ha sido una entrada muy interesante.
ResponderEliminarLo cierto es que como dices, la ciudad recuerda a la época de los piratas, pues esta ciudad y el país en general tuvieron un papel crucial en la mar, tanto como comerciantes, como en el descubrimiento del nuevo mundo. Algo que nosotros pudimos aprender durante una visita guiada por Lisboa y que sin duda nos dejó en fuera de juego, ya que lo desconocíamos.
Es una ciudad muy cercana a España, barata y que recomiendo para descubrir, totalmente asombrosa.