Pero después de un
breve aunque angustioso día de selección, he conseguido decantarme por ocho
escenas musicales de mis filmes favoritos que, unidas o desligadas de la trama,
son increíblemente fabulosas.
Para ello, tendré la
más atenta delicadeza de esquivar spoilers y otras informaciones innecesarias
pero sin dejarme atrás aspectos importantes ligados a la forma y el contenido
de estas grandes obras.
1.- Procuro olvidarte, Quién te cantará (2018) de Carlos Vermut.
Con nada más y nada
menos que 7 nominaciones a los Premios Goya, este largometraje del madrileño
Carlos Vermut se hizo un lugar en mi cabeza y en la de mucha gente, en las que
lleva resonando desde entonces.
En principio, una
película protagonizada por Najwa Nimri nunca puede dejar a nadie indiferente, y
más si esta está inspirada en la historia de una artista japonesa, Naomi
Chiaki.
Una cantante de los
noventa encuentra en una imitadora una solución para su supuesta amnesia... y
hasta ahí puedo leer. Una obra magistral que trabaja la identidad de una manera
absolutamente austera y simple, pero que nos lleva a lugares desconocidos.
La escena final, una
Lila Cassen cuyo nombre ha cambiado, entona en su vuelta a los escenarios este
himno de la soledad tan versionado cuya función es la de cerrar el círculo de
las dependencias de la protagonista. Una obra magistral del cine español.
2.- Escena Inicial, Climax (2018) de Gaspar Noé.
Climax
es, sin duda, la película que te lamerá los sesos para después arrancártelos a
mordidas. Un espacio cerrado rodeado por temperaturas de miedo es el espacio
perfecto para unos bailarines, un niño, una bandera francesa, un dj y un ponche
“envenenado” con LSD.
Una melodía
acuchilladora que se repetirá durante toda la obra (Supernature de Cerrone)
inicia el ensayo de baile, un monstruo conjunto nacido de diferentes
modalidades de baile (breakdance, voguing, locking, popping, y otros muchos
-ing) nos predice la catástrofe dantesca que personificará las tinieblas de las
pasiones (y prisiones) del intelecto humano.
3.- Porque te vas, Cría Cuervos (1975) de Carlos Saura.
Probablemente uno de
los filmes más arriesgados del postfranquismo y de una forma y un contenido
totalmente innovador.
Cria cuervos
es la historia de tres niñas asombradas por la soledad y las más frías
penumbras de una familia distanciada y desestructurada que esconde secretos y
torturas, muchas de ellas, a la vista del espectador.
Los falsos paraísos de
la infancia y un retrato de la niñez alejado de la inocencia y la simpatía
determinan una alabanza a la verdadera infancia, un transcurso casi eterno plagado
de deseos de muerte, acercamientos con la sexualidad, recuerdos infelices y
mucho spleen.
Una fotografía perfecta
de esa sinceridad que aguarda horrores y que se manifiesta en los diálogos
entre Ana y sus hermanas y en la escena en la que estas bailan la famosa
canción de Jeanette, cuya letra retrata el abandono familiar de las niñas. Una
pregunta, ¿quieres morir?, se repite constantemente en esta sátira del cine
patriótico.
4.-Escena del culto, Carmen y Lola (2018) de Arantxa Echevarría.
Siempre me ha resultado
incómodo escribir sobre esta película tan amada como odiada debido a las
críticas tan duras que recibió por parte del colectivo gitano, pero esconder mi
amor por Carmen y Lola me parecía
demasiado deshonesto.
Dos gitanas descubren
su sexualidad y sus sentimientos en un ambiente decadente y retrógrado, una
comunidad gitana aún arraigada a la más repugnante tradición.
En la escena del culto,
la familia de Lola asiste, junto con otros gitanos, a una ceremonia parroquial
en una iglesia reducida, oscura y silenciosa. Abanicos y argollas doradas son
el único rayo de luz que de allí nace, donde entonan una alabanza cristiana que
Lola vive de manera diferente. Una Lola distraída y una melodía que reza amor
por Jesús de Nazaret son suficientes para llevarnos al personaje de Carmen,
ausente en la escena. La naturalidad de los actores y actrices nos hace pensar
que estamos ante un documental, que podría serlo, sin dejar de ser una obra por
y para el amor libre.
5.-Baila Morena, Paquita Salas
(2019) de Javier Calvo y Javier Ambrossi.
Paquita Salas
es, a mi parecer, una de las mejores series españolas de los últimos años y,
como siempre, el trabajo de Los Javis como directores y guionistas es
excelente.
En esta escena,
perteneciente a la tercera temporada de la serie, Magüi acude a una fiesta
haciéndose pasar por Clara Lago. Allí, Eva Crespo, organizadora del photocall,
le da a probar de su “receta especial hasta arriba de pastillones”.
Con lo que les gusta a
Los Javis un buen cameo era de esperar que Magüi acabara besándose con Mario
Vaquerizo, bailando con Agatha Ruiz de la Prada disfrazada de tarta de
cumpleaños y perreando con los “niñatos” de Operación Triunfo al son de “Baila
Morena”. 10/10.
6.-On ne change pas, Mommy (2014) de Xavier Dolan.
Me ha costado mucho
decidir cuál de las escenas musicales de Mommy incluir en este recopilatorio,
puesto que la BSO de esta película es exquisita.
Al decantarme por mi
canción favorita dentro de mi película favorita he sido consciente de que he
dejado atrás otras escenas al son de Oasis o Lana del Rey (mil disculpas).
Una obra magistral
sobre la maternidad, la juventud, la sexualidad, el miedo, la violencia y,
sobretodo, el amor. Todo ello escondido especialmente en un baile premonitorio,
“No cambiamos, sólo nos ponemos disfraces”, donde Steve, Diane y Kyla huyen de
los vacíos de sus vidas en un único e irrepetible instante de plenitud.
7.-Salí porque salí, Entre tinieblas (1983) de Pedro Almodóvar.
Una cantante drogadicta
huye a un convento para huir de la muerte de su novio... En principio, una
fantasía.
Esta película supone
una de las más feroces críticas de Almodóvar hacia la hipocresía de la Iglesia
y retrata a un conjunto de monjas (Sor Rata de Cloaca, Sor Víbora y Sor
Estiércol, entre otras) heroinómanas y cuidadoras de un tigre (sí, un tigre).
En esta escena, la cantante, Yolanda, con un look un tanto explosivo interpreta
esta canción de Cheo Feliciano ante una excursión de monjas, pero estas
normales, eh.
Una de las obras
maestras del cine más trash del director manchego.
8.-Exploration, Los
mundos de Coraline (2009) de Henry Selick.
Esta obra animada
aparentemente infantil es de una sensibilidad irremediable y de una
siniestralidad envidiable; los personajes, la historia, los colores, la banda
sonora y hasta los diálogos son auténticas maravillas. En esta escena, Coraline
sale a explorar su nueva casa, el Pink Palace, y a anotar “todas las puertas y
ventanas” (pedido de su padre para así mantenerla entretenida). Desde el
comienzo ya se intuye que algo esconde la mansión, y es que la unión entre las
sucias habitaciones, las cucarachas y la música naif nos proyectan el posterior
encuentro entre Coraline y su mundo alterno cosido a mano que pretende hacerla
feliz. Sin duda, la mejor película de animación que he visto nunca, eso sí,
nada recomendable para los niños.
Artículo por Keita Darek
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