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Reseña: My Mad Fat Diary, la serie que la Generación Z debe ver
sábado, abril 25, 2020
“Quiero
que te imagines a una versión tuya de 10 años, imagínala sentada en el sofá.
Esta es la niña que pensó por primera vez que era gorda, fea y una vergüenza.
Quiero que te la imagines allí, sentada, justo ahora. Ahora, dile a esa pequeña
que es gorda. Dile que es fea. Dile que es una vergüenza, que no vale, que no
sirve para nada. Porque eso es lo que haces cada día cuando te dices todo eso.”
Hace alrededor de cuatro años, y gracias a una serie de
personas que por entonces me rodeaban, llegó a mí “My Mad Fat Diary”, una serie británica de 16 capítulos basada en el
diario de Rae Earl. Por aquellos entonces decidí pausarla debido a que mis
inseguridades y mis complejos se veían expuestos en muchas de las situaciones
de la serie, lo que era bastante incómodo y empeoraba mi estado anímico; en
cierta medida, “My Mad Fat Diary”, ha
determinado muchos de los aspectos de mi persona actual, aquel con el que
duermo y con el que me comunico constantemente, y la forma en la que he
afrontado los problemas. Durante este confinamiento he decidido cerrar esa
puerta que dejé abierta en el 2016 y la he vuelto a ver. De alguna forma me he
abierto en canal y me he reconciliado tanto conmigo mismo como con Rachel Earl,
la protagonista. Si hace cuatro años hubiera decidido terminarla, las cosas
habrían sido mucho más fáciles para mí, y por eso creo que es un escalón en el
que todos los adolescentes deberían parar para entenderse a sí mismos,
especialmente si son “freaks”.
La serie, narrada en primera persona por la protagonista,
cuenta la historia de Rae Earl, una adolescente de 105 kilos que acaba de salir
de un hospital psiquiátrico, en el cual había ingresado tras intentar
suicidarse.
Rae retoma la amistad con Chloe, su amiga de la infancia
que la ha opacado de forma casi inconsciente desde niñas, y los amigos de esta:
Izzy, Archie, Chop y Finn.
Toda la serie es un viaje en búsqueda de la fuente de las
inseguridades de la protagonista, un viaje de la mano de Kester (su psicólogo)
y otros personajes. Una chica llena de complejos que la persiguen desde niña y
que han trascendido más allá de lo usual, una inserción en sí misma para
encontrar al culpable de sus desgracias. Las situaciones a las que se enfrenta
(bastante mal, por cierto) revelan la inevitabilidad del destino, que empeora y
retuerce todos sus asuntos; Rae pretende encontrar la plenitud que siempre ha
anhelado y ayudar a los demás en sus historias paralelas, historias de amor,
historias de luchas contra la impopularidad, contra el grito de “frígida” o
“puta”, contra la homofobia más cruda, que es la que se libra con uno mismo,
contra el propio yo y contra la conciencia.
La importancia de ir a terapia con un psicólogo es brutal
en la persecución de la satisfacción y la estabilidad mental, y eso la serie lo
plasma muy bien. Todos tus prejuicios sobre cualquier parte del proceso de
aceptación del cuerpo de esta y de sus miedos se pueden ver, desnudos y
hambrientos, a lo largo de la historia.
Todas tus barreras se reflejan en Rae, en su madre
egoísta, en su amiga anoréxica, en la sexualidad más impura que nace de su
bomba hormonal, en el pavor a desnudarse y que la persona que la ama deje de
hacerlo, en las falsas apariencias y en las memorias de cada uno de los
personajes que, de alguna manera, cargan sus propios bagajes.
La comunicación es un punto muy importante en todas tus
relaciones, esa sinceridad debe estar presente en todos los aspectos de tu vida
y tienes que ofrecerle a tu entorno tu verdad para así entender la de
ellos.
La serie crece contigo y, de forma sutil, enfrentas la
evolución de Rae, pues, los problemas de la primera temporada, que se balancean
entre insultos y besitos, metamorfosean en verdaderos riesgos de la juventud
donde sangre, abusos y drogas están de por medio. Por lo tanto, ese desarrollo también
se da en la mentalidad de todos excepto en la de Rachel, que, debido a sus
circunstancias, está ligada de alguna forma a la inocencia de la niñez.
La madurez y la necesidad de hacer balance y priorizar
las decisiones se hace un hueco en la trama y por tanto, Rae va a enseñarte
como NO hacer las cosas.
Además, los hechos ocurren en 1996 y, por tanto, las
referencias sociales y culturales son constantes. De hecho, la banda sonora es
una de las mejores que he escuchado nunca, afrontar escenas de autodestrucción
con canciones de The Smiths o The Stone Roses es algo que tanto tú como yo
necesitamos.
En definitiva, una serie genial (y esto es raro que yo lo
diga) que deberías ver si alguna vez has sufrido situaciones de abuso. No deja
de ser una historieta para adolescentes sin caer en clichés tontos y siendo
consciente de la fragilidad de los hechos narrados. Rae Earl, su diario y su
tragicomedia constante siempre tendrán un hueco en la estantería de mi alma.
Artículo por Keita Darek
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